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Transcripción de mi intervención en el Seminario-Debate  multidisciplinar

"La Ciencia y las Religiones: Perspectivas ante un Nuevo Milenio"

organizado por la revista Encuentros Multidisciplinares el 28 de Junio de 2000 en la Universidad Autónoma de Madrid

Se puede encontrar también publicada en dicha revista, editada por la Fundación General de la Universidad Autónoma de Madrid, en el volumen III, nº 1, año 2001, pág.



           Voy a responder, desde mi punto de vista, a la pregunta que se plantea en el programa de este debate: ¿son compatibles los postulados científicos con los postulados religiosos? Mi respuesta es no. ¿Por qué no? La razón más importante es que la metodología científica y la metodología religiosa son muy distintas. Esencialmente, porque la validez de una teoría científica es siempre comprobable, y de hecho la ciencia solo acepta aquello que ha sido probado. Sin embargo, una teoría religiosa no es comprobable.

¿Cómo se comprueba una teoría científica? Evidentemente, usando el método experimental, con el que todos estamos de acuerdo. Es decir haciendo un experimento. Un ejemplo muy sencillo es el siguiente. Si un científico tiene una teoría, llamémosle A, que le permite afirmar que la Tierra es redonda, otro científico tiene otra teoría, llamémosle B, que le lleva a concluir que la Tierra es plana, y por último hay un tercer científico que tiene una teoría C, incluso mas sorprendente, que le lleva a afirmar que la Tierra es cónica, lo que hay que hacer es un experimento y ver cómo es la Tierra. Se lleva a cabo el experimento y se observa que es redonda. ¿Qué sucede entonces? Que la teoría A es aceptada por todos. Y cuando digo todos es importante recalcar que me refiero a todos los ciudadanos,  tanto los que son científicos como los que no lo son. Hoy en día el prestigio de la ciencia es tal, que aquellos que son legos en ciencia aceptan los resultados obtenidos por los científicos, cuando son fruto de un experimento.

De esta manera todos aceptamos muchos resultados, desde los muy profundos, hasta los que ahora nos parecen muy simples. Aceptamos que el sistema solar surgió hace varios miles de millones de años, porque los estudios geológicos terrestres así lo demuestran. Aceptamos que hay nueve planetas que giran alrededor del Sol, porque podemos verlos con un telescopio. Aceptamos que la raza humana surgió hace millones de años, porque se han encontrado fósiles de esa antigüedad. Nos vamos a una central nuclear o a un acelerador de partículas y comprobamos que efectivamente Einstein estaba en lo cierto cuando afirmaba que la energía es equivalente a la masa. Comprobamos que gracias a la electricidad, si pulsamos un interruptor se enciende una bombilla que a su vez emite luz. Algo que nos parece trivial pero que cuando se empezó a investigar en el siglo pasado era el equivalente a lo que ahora llamaríamos alta tecnología. Que decir de la ley de la gravitación, que comprobamos experimentalmente nosotros mismos cada vez que un objeto se nos cae al suelo. Y desde luego, si giramos la llave de contacto seguro que el motor de nuestro coche se pone en marcha. En este sentido, podemos concluir que la ciencia es objetiva. Por eso, nadie en su sano juicio, duda de la ciencia.

Sin embargo, con la religión no sucede lo mismo. Una teoría religiosa no es comprobable nunca, por su propia definición. No se puede hacer ningún experimento, y este hecho hace que hayan surgido y sobrevivido, a lo largo de la historia de la humanidad, numerosas religiones. Algunas están relacionadas entre sí, como el judaísmo, cristianismo e islamismo. Pero otras son completamente distintas, como el budismo, hinduismo o sintoísmo. Además están surgiendo en este siglo nuevas religiones, como la sociedad teosófica, bahaísmo, new age, religiones científicas, etc. Y no solo eso sino que cada una de las religiones anteriores se divide a su vez en lo que podríamos llamar   subreligiones. Por ejemplo, en el judaísmo hay ortodoxos, conservadores y reformistas. En el cristianismo hay católicos, protestantes, ortodoxos. En el islamismo se dividen en sunitas,  chiítas. En el hinduismo hay el jainismo, sijismo. En conclusión, hay un mare mágnum de posibilidades y prácticamente se puede decir que cada persona podría tener, si quisiera, su propia religión "a la carta". En ese sentido, la religión es subjetiva.

El título mismo de este debate es revelador:  la Ciencia y las Religiones. Es decir, se habla de ciencia, porque realmente sólo existe una única ciencia, y sin embargo se habla de religiones en plural, porque es un hecho objetivo que existen numerosas religiones. Esto confirma la afirmación de que la ciencia es objetiva y la religión subjetiva. En cualquier caso, la pregunta interesante es si, independientemente de la metodología que tiene cada disciplina, existe una influencia mutua entre ambas. Desde mi punto de vista efectivamente hay una influencia, pero solo en una única dirección. Mientras que hoy en día la ciencia influye, y mucho, en las religiones, la religión no influye en absoluto en la ciencia. Por ejemplo, no sería muy fiable un científico que para obtener un resultado determinado partiendo de una teoría, necesitase de un paso intermedio donde hiciera uso de un milagro. Evidentemente su descrédito sería total en la comunidad científica. Ni siquiera los científicos que sean además personas religiosas pueden adoptar esa forma de proceder. Tienen que hacer una serie de hipótesis y trabajar con ellas de manera matemática y razonada. Sin embargo, ¿qué sucede en la dirección contraria? ¿Influye la ciencia en las religiones? Para responder a esta pregunta nada mejor que echar un breve vistazo a ciertos apartados de la historia de la ciencia. Como sabemos, Copérnico propuso en su libro De Revolutionibus, publicado el mismo día de su muerte en el año 1543, la Teoría Heliocéntrica donde afirmaba que la Tierra gira alrededor del Sol. Posteriormente, Giordano Bruno, inspirándose en Copérnico, defiende que el Universo es infinito y que tiene infinitos mundos. Recordemos que es procesado por la Inquisición, y al ser un hombre de convicciones firmes decide no retractarse de sus ideas, por las cuales es quemado en la hoguera en el año 1600. Por último, Galileo también apoya la teoría Copernicana por lo cual es a su vez procesado por la Inquisición. A pesar de ser como Bruno un hombre de ideas firmes prefiere retractarse para evitar males mayores, y a pesar de ello pasa  en arresto domiciliario ocho años hasta su muerte en 1642.  Afortunadamente, Darwin ya no tuvo que sufrir tanta intransigencia. Aunque bien es cierto que cuando en 1859 propone la Teoría de la Evolución, el clero, con el arzobispo de Oxford a la cabeza, opta por una posición beligerante.  Pues bien, como el paso del tiempo demostró, ambas teorías son correctas y han llegado a cambiar el concepto que los seres humanos tenemos de nosotros mismos y del mundo en el que vivimos. Hoy en día son incluso aceptadas por la iglesia católica que tanto las atacó.

La evolución de la ciencia ha seguido imparable en este siglo. En 1929 Hubble, haciendo observaciones astronómicas, descubre que el Universo se encuentra en expansión. Lemaitre en 1930 y Gamow en 1948 desarrollan la Teoría de la Explosión Inicial, Big Bang, para explicar dicha observación. Sorprendentemente, en 1964, Penzias y Wilson confirman experimentalmente la Teoría del Big Bang al observar la radiación cósmica de fondo. En el campo de la biología, es bien conocido el camino recorrido desde la Teoría Celular debida a Hooke (1665), Scheleiden y Schwann (1839) y Virchow (1855), hasta que se propuso la estructura del ADN en 1953 por Crick y Watson. Estructura confirmada experimentalmente ese mismo año por Wilkins y Franklin. Y muy recientemente hemos tenido la fortuna de ser testigos de un gran hito científico: la presentación del genoma humano. Como un último ejemplo de que la ciencia abarca todos los dominios, desde los mas increíblemente gigantescos como el propio Universo, hasta los mas increíblemente diminutos como los átomos, nada mejor que recordar la evolución de la Teoría Atómica. Desde que Demócrito (440 a. C.) y Dalton (1808) la desarrollaron se ha recorrido un largo camino hasta que Zweig y Gell-Mann en 1964 propusieron que los quarks son los componentes fundamentales de la materia. Propuesta confirmada en 1968 por los experimentales Friedman, Kendall y Taylor.  Por tanto, la ciencia ha demostrado con creces su poder y objetividad, ha explicado desde lo más grande,  como se ha desarrollado el Universo, hasta lo más pequeño, las moléculas, los átomos, las partículas elementales. Y además, ha sido capaz incluso de explicar nuestra propia existencia a través de la Teoría Celular, de la estructura del ADN, de la Teoría de la Evolución.

En este sentido, el concepto que del ser humano y de su posición en el Universo tenía por ejemplo una persona del siglo XVI, cuando todavía no se habían descubierto ni la Teoría de la Evolución ni la Teoría del Big Bang, no puede ser el mismo que el de una persona de finales del siglo XX la cual está continuamente "empapándose"  de una cantidad ingente de conocimientos científicos acerca de prácticamente todo.

Visto como ha sido la evolución histórica de la ciencia y cual es su desarrollo actual, aparentemente cualquiera se preguntaría: si todo esto es así, si la ciencia ha hecho tantas cosas, si ha explicado casi todo, ¿por qué no somos ya todos ateos? Creo que ésta es la cuestión clave. Desde mi punto de vista, la respuesta  es que la ciencia lo ha explicado casi todo, pero le falta ese "casi". Y una  de las preguntas que le falta por responder es la del origen del Universo.  Es bien cierto que la ciencia nos ha demostrado que el Universo se desarrolló a partir de una tremenda explosión (expansión sería una palabra técnicamente más correcta), pero ¿qué fue lo que originó esa explosión? O dicho de otra manera, ¿de donde surgió la materia que explotó?, y si surgió de algún sitio ¿por  qué no se quedó estática? Mientras que una persona religiosa responde a esta pregunta acerca del origen del Universo diciendo que Dios fue su creador, un ateo responde diciendo que debe haber alguna explicación científica, que quizá no la sepamos de momento, pero que en el futuro la sabremos. La verdad es que hace tan solo treinta años, nadie se planteaba el origen del Universo (del Big Bang) desde un punto de vista científico y era en la práctica una cuestión de tipo metafísico. Parecía que estaba más allá de las posibilidades de la ciencia: nada puede crearse de la nada. Y como la ciencia no tenía las herramientas necesarias para responderla, dejaba la pregunta arrinconada. Sin embargo, hoy en día la cuestión de cómo se originó el Universo, está siendo ya "atacada" por la ciencia.

Ejemplos de ello son los artículos científicos publicados en revistas de reconocido prestigio, en los cuales se proponen posibles maneras de originarse el Universo. En 1973 Tryon publica en Nature el artículo titulado "¿Is the Universe a Vacuum Fluctuation?", donde especula con la posibilidad de que todo el Universo haya surgido a través de una fluctuación cuántica del vacío. Una idea similar pero más plausible y elaborada es la que desarrolla Vilenkin en 1982 en la revista Physics Letters bajo el título "Creation of Universes from Nothing".  En su teoría un efecto túnel cuántico produciría una transición de la nada, concebida ésta como la ausencia de espacio y de tiempo, al espacio-tiempo en el que nos encontramos sumergidos. Aunque aparentemente se violaría el principio de conservación de la energía, Vilenkin arguye que en un Universo de tipo cerrado la energía debida a la materia, es decir a nosotros, a las estrellas, a las galaxias, se cancela con la energía gravitacional, debido a que esta última es negativa   Concluye por tanto, que desde el punto de vista científico, en principio el Universo puede originarse de la nada. Otro ejemplo, pero desde luego no el  último que se puede encontrar en la literatura científica, es el artículo de Hartle y Hawking  de 1983 "Wave Function of the Universe", publicado en Physical Review, donde proponen un Universo sin condiciones de contorno. Esencialmente la idea es que la coordenada temporal en ese Universo sería del mismo tipo que las coordenadas espaciales en un Universo cerrado. En este sentido, el Universo no tendría evento de creación. No sería creado ni destruido, simplemente existiría.

           Hay que decir claramente que de momento estos trabajos no dejan de ser puras especulaciones, dado que no existe una teoría cuántica consistente de la gravitación. En ellos se mezcla la  gravitación con la mecánica cuántica pero es un hecho cierto que no hay todavía ninguna teoría de gravitación cuántica que esté plenamente aceptada por la comunidad científica. Por lo tanto, los autores trabajan con una cierta aproximación semiclásica. Pero, en cualquier caso, el hecho importante y que me interesa resaltar, es que hoy en día la ciencia puede atacar el problema del origen del Universo y que éste ha dejado de ser un tema prohibido. Siendo optimistas, supongamos que en el futuro se encuentra una explicación al origen del universo, y que además se comprueba experimentalmente. Aunque tal comprobación pueda parecer a simple vista imposible, o al menos improbable, recordemos que cuando se propuso el Big Bang nadie se imaginaba ni remotamente que se iba a detectar la radiación cósmica de fondo y que de esa manera se iba a comprobarlo de forma experimental. Pues bien, la pregunta clave entonces sería: ¿seguirán existiendo religiones una vez que se ha explicado el origen del universo científicamente? Mi punto de vista es que probablemente seguirán existiendo, pero de una manera residual. Igual que hoy en día sigue habiendo gente que cree en la astrología, cuando es bien sabido que la astronomía la ha desbancado hace ya varios siglos de su pedestal.
Un ejemplo paradigmático en este sentido es lo sucedido con la Teoría de la Evolución. Aunque en el ámbito científico fue aceptada bastante rápidamente cuando se propuso, en el ámbito de la gente de la calle obtuvo una mayor resistencia. Si se hubiese hecho un referéndum cuando Darwin propuso su teoría, estoy seguro de que hubiera salido como resultado un rechazo abrumador a la idea de que el hombre surgió del mono. Sin embargo, ¿quién no la acepta hoy en día? Algunos fundamentalistas que siguen diciendo que el mundo se hizo en siete días, con un prestigio nulo. De la misma forma, cuando se explique científicamente el origen del universo, seguirá habiendo gente que tendrá su propia religión, pero de forma marginal.